sábado, 6 de agosto de 2011

Vargas Bogert Appice



Me gusta Javier Vargas. Es un guitarrista excelente al que he visto un par de veces en directo e incluso me compré varios de sus CDs y creo que, de un modo u otro, poseo toda su discografía y, aunque nunca se lo había dicho a nadie (al fin y al cabo quién pelotas soy yo para criticar al gran Javier) siempre me ha parecido demasiado frío para ser un bluesman, y  muy poco de Texas para que le confundan con el gran Stevie Ray. Pero es indudable e indiscutible, innegable e incluso irrefutable que es un guitarra de primerísimo orden. Y quien opine lo contrario…. piensa diferente a mí (que también puede ser).

Carmine Appice y Tim Bogert? No hay grupo en el que hayan estado que no sea acohonante: Vanilla Fudge, Cactus, Beck Bogert & Appice, Rick Derringer.., además de cienes y cienes de proyectos, reuniones, tributos… sólo les ha faltado grabar un disco con el Orfeón Donostiarra (bueno… dales tiempo).

De Paul Shortino, probablemente el menos conocido de todos estos tipos, tengo absolutamente todo: desde sus cositas con los remozados Quiet Riot a sus viejos tiempos con Rough Cutt, pasando por proyectos, aportaciones, rollos de amiguete en otros discos, etc.

Así que un álbum de estos cuatro pollos debería ser, en mi caso, algo así como una  manifestación de que Manitú existe y está de nuestro lado, no?


Pues no.




Para empezar, seamos realistas, Appice puede llevarse más o menos bien con Bogert, y ha participado en muchos proyectos con Paul Shortino (Drum Wars el último de ellos, junto a su hermano y también batería Vinny Appice, si no me equivoco); igual hasta toman tila juntos (Carmine va a cumplir 65 años en diciembre, y Paul Shortino empieza a parecerse a las viejillas con las que hablaba mi abuela cuando iba a teñirse el pelo de morado; Carmine Appice, definitivamente, es clavadito a mi abuela, bigote incluido). Pero Javier Vargas tiene tanto en común con ellos como… que se le ocurrió a su manager  que era buena idea grabar este album.

Punto pelota.

Así que tenemos un album grabado por unos músicos de primerísimo orden, versioneando a otros músicos de similar nivel (Deep Purple, Gary Moore, Cheap Trick, AC/DC, Vanilla Fudge…), con algunas de sus mejores canciones tocadas, en lo que se refiere a calidad instrumental, incluso con mayor nivel que el original (sólo en la intro a It’s a long way to the top de AC/DC, Bogert toca más notas diferentes que Cliff Williams en toda su carrera como bajista de los australianos).

Pero para mí no funciona. Para empezar, Paul Shortino es un tipo con un registro muy particular (la típica voz que se describe como rasgada, para quien no lo conozca). Pon a este tipo a cantar una canción de los grandiosos Cheap Trick, cuya baza principal son las vocecitas horteras y los coros moñas, y lo que obtienes es lo opuesto a lo que la canción original representa. Pero el resto no es culpa del pobre Paul; para mi gusto, las versiones no aportan absolutamente nada nuevo. No hay un solo momento en el album que me incite a poner el volumen a tope; Parisienne Walkways es, para mí, la versión más lograda, pero sólo porque está al mismo nivel que la original. Me costaba dos minutos encontrar el Corridors of Power  de Gary Moore (soy muy ordenadito) y disfrutar de lo mismo, pero con más sentimiento (le llaman feeling los entendidos).

Afortunadamente este album lo he escuchado de gratis. Me habría cagado en mis propias muelas si me hubiese gastado una paxta comprándolo a ciegas (o a sordas?) para después darme cuenta de que, lo que ya me gustaba de este CD (oséase, las versiones originales), ya lo tenía hace tiempo.

Sólo espero que, al menos, cuando se juntaron los cuatro músicos se lo pasasen bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario