sábado, 15 de octubre de 2011

Morralla Heavy: an de chú


A Adam Sandler, antes de convertirse en un apacible comeyogures Disney, le gustaba parecer la antítesis del buen muchacho judío. Sus primeras pelis tenían casi siempre momentos de carácter gamberro-macarruz, pero de toda su filmografía, una película brilla y destaca en ese aspecto. Grande entre las grandes, a un nivel similar (o incluso superior, diría yo, no sin cierto temor a ser excomulgado de casa de mi cuñada a ostia limpia) a Un Padre en Apuros: estoy hablando de … Little Nicky.


¿Quién  si no Mr Sandler tendría los santos atributos masculinos para pasarse toda una película  con un pelo churretoso copiado de jevi quinceañero marginado de instituto, encorvado y con el careto torcido, siendo al mismo tiempo el ojito derecho de su papi (Harvey Keitel), el señor del infierno? ¿Y qué mejor fondo musical y ambiental que Scorpions, ACDC, Ozzy Osbourne o Van Halen para semejante escenario?

El papá del pequeñín

La peli está plagada de momentos gloriosos (cuando necesita cometer un acto malvado y lo que hace es convertir la Coca-Cola en Pepsi)  frases impactantes (El pollo Popeye es la polla) y personajes que para sí los habría querido Lars von Trier (el perro que habla, cabeza-teta, los jevis), además de algún que otro cameo de amiguetes y no tan amiguetes. Si además le añadimos el doblaje de Florentino Fernández , el resultado final es insuperable (en todos los sentidos, lo sé).

El amiguete Quentin

He escogido tres momentos que muestran a la perfección la excelsa calidad de esta película, su novedoso y sincero acercamiento al tema satánico y el nivel de heavymetalismo supino que tiñe todo el arco argumental. En definitiva, una maravilla del séptimo arte resumida hábilmente por mí en tres de sus momentos de máxima… morralla heavy!!!



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