jueves, 22 de marzo de 2012

No smoking, please


Hace una temporada vi este cuadro en el tumblr del Hematocrítico de Arte (anteriormente recomendado aquí) y la verdad es que me dejó un poco mosca.

En un principio pensé que era una especie de vacilada de arte moderno. Con la modernidad uno no sabe a qué atenerse; lo mismo podríamos estar ante un artihta de esos que pintan cuadros con aspecto clásico con elementos rarunos. Eso, o el genio del pincel de hace doscientos años usaba ciertas sustancias “inspiradoras”. Pero yo sí que veía claramente un cigarro gigante, de esos que ves justo cuando dejas de fumar (hablo por propia experiencia).



Se me ocurría otra posibilidad, pero era igual de extraña; si lo que parece un cigarrillo es en realidad una vela, nos encontramos ante el retrato del famoso cirio asesino??? Va a comenzar a perseguir la vela a sus víctimas rodando por el suelo, en plan croqueta genocida? ¿Avanzará estilo zombi rápido o tipo La Noche de los Muertos vivientes?

¿Qué pelotas aparece en este cuadro y, sobre todo qué significa?




Estas absurdas preguntas y otras más vinieron a mi mente. Como soy un tipo hábil y de rápidos reflejos, a mi despierta mente le ha costado reaccionar unas cuantas semanas. Pero al fin lo he logrado, y aquí traigo la respuesta al enigma que, de seguro, te está torturando ahora mismo.

El cuadro es de 1875, así que lo de la modernez sicotrópica queda descartado. El título da una idea del asunto: La excomunión de Roberto el Piadoso.

Sí que tiene güevos la cosa: pasas a la historia como “El Piadoso”, y al pintor perraco de turno (Jean Paul Laurens) no se le ocurre mejor idea que retratarte para la posteridad como el tío al que expulsaron de la iglesia. No podía sacarle ayudando a un pobre vasallo a recoger su cosecha, o perdonando los impuestos a los habitantes del reino en un acto de piedad, no. A mala leche. Es como si te llamas Pepe, te nombran santo, y 150 años más tarde la primera búsqueda en intenné de “Pepe el pacífico” te saque lanzando pataditas a diestro y siniestro. No es justo, hombre.

El caso es que Roberto II el Piadoso (a partir de ahora “el Rober”) fue, a finales del siglo X, rey de lo que más tarde conoceríamos como Gabachilandia. Se casó con su prima y al Papa no le gustó mucho la idea (cochinadas entre familiares, las justas, diría el Señor de Blanco (no, ahora no hablo de Pepe)), así que ante la negativa del Rober de anular el matrimonio, lo expulsó de su iglesia. Que para eso era suya.

Para excomulgar a alguien, era necesario un ritual oficial en presencia del expulsado. Al terminar, se tiraba un cirio al suelo y se dejaba que se apagase, como símbolo de que el alma del excomulgado quedaba apartada de la iglesia. Habría quedado más interesante con un megacigarro, lástima que en el año 996 aún no estaban inventados.

Esta ceremonia tiene elementos en común con maldiciones y rituales de magia practicados por diferentes culturas (Roma y Grecia antiguas, pero seguramente también de otras culturas anteriores). En el ritual se usaban tres elementos: campana, libro y cirio. 

Bell, book and Candle, es, por ejemplo, el título original de una peli de 1958 que en un alarde de fidelidad traductora se llamó en Spain “Me enamoré de una bruja”.


Bueno, pues aclarado el asunto del cigarro tocho en el cuadro viejuno, sólo me queda añadir una cosa, para completar la exhaustiva narración histórica de hoy; y es que el Rober sería muy piadoso, pero la ceremonia del hiper cigarro (o cirio aterrador-que-te-defecas) causó su efecto. El bueno del Rober protagonizó una bajada de culottes en toda regla, le dio la patadita a su dulce prima y se volvió a casar, esta vez con la hija del marqués de Provenza. Y al Sumo Fabricantedepuentes le pareció bien y le volvió a admitir en su club. Que todos somos hermanos, pero algunos más que otros.


Endogamia: si eres un perro, mantiene el pedigrí; si eres un Hausburgo, garantiza la aprición de descendientes un poquito tolilis

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