jueves, 9 de febrero de 2012

Touch



Hace ya unos días que vi el primer capítulo de Touch, el preair que suelen emitir para ver qué tal va la cosa. Creo que hasta el 19 de marzo no empieza la serie, cuya primera temporada tiene, en principio, 13 capítulos.

Si no la has visto, tampoco es que aquí vaya a descubrir la pólvora, pero me ha parecido que tiene cosas buenas y otras no tanto.

Los protagonistas son un padre y su hijo. El padre es Kiefer Sutherland, un actor de esos que me caen bien aunque luego la mayoría de las cosas que hace no me atrae demasiado. En la serie, vive con su hijo autista; están solos después de la muerte de la madre, y trabaja de lo que puede mientras su tierno retoño no dice esta boca es mía y se dedica todo el día a escribir numericos  y hacer cosas raras. En seguida se ve que el chaval tiene la extraña capacidad de predecir el futuro o algo similar; bueno, el espectador lo ve, a los demás les cuesta un poco más.

La madre, por cierto, murió víctima de los atentados de septiembre en las Torres Gemelas. Esto no es sólo para añadir un toque patriótico a la serie, una especie de gesto   a las familias de las víctimas: es también parte esencial de lo que es el eje principal de la historia. Porque aquí, para bien o para mal (creo yo que para bien) no parece que tengamos la típica serie en la que vayamos a tener una historieta de enigma-a-resolver-por-episodio. Esto va de que todos estamos en una misma nave, Gaia, la madre tierra, de los lazos que nos unen a todos los Homo Sapiens Sapiens y la madre que nos fundó, o, como lo llamaría Miguelito Ríos, el inconsciente colectivo intergeneracional (jeje); pero más bien mezclado con la idea del mundo que tienen (o que les han vendido, o que nos quieren vender) los norteamericanos. La globalización. Y la madre, no por casualidad, víctima de un conflicto global (eso dicen que es, no?).

Por otra parte, el señor Sutherland hace de padrazo que ha sufrido como un campeón, pero la serie nos indica sutilmente que tanto sufrimiento esta ahí con un fin, y por eso se verá recompensado; un poquito judeo-cristiano, para mi gusto.

Tiene también otras de las típicas ideas con las que se / nos machacan el cerebelo una y otra vez: si tienes un sueño, persíguelo; tarde o temprano lo lograrás. De nuevo gracias a la aldea global -qué bonito concepto, tanto como decir "soy ciudadano del mundo", "el mundo es mi jardín" o "yo soy europeo"- unida a las nuevas tesnologías, una humilde chica logra la fama a nivel mundial. Consumamos, amiguetes, que si no, no podremos ser aldeanos.

Aquí en absoluto se habla de la desigualdad ni la explotación ni de la injusticia. Nos muestran la cara más amable y tierna de sentirse parte del ente humano. A regocijarse, y punto pelota.

Hay otros personajes en este primer capítulo: la actriz inglesa Gugu Mbatha-Raw, que hace de trabajadora de Servicios Sociales, (que tal y como los pintan en todas las pelis y series, deben de ser gente sin escrúpulos, que mira por el bien del niño a base de terminar de joderle bien la vida a él y a sus padres); en este caso es muy típica, pero con un atisbo de humanidad, para que podamos aguantarla en futuros capítulos.

También está el tipo que más sabe del mundo sobre autismo, interpretado por Danny Glover, que curiosamente es una especie de mezcla entre ermitaño urbano y chalado timaviejas, que abre los ojos al padre en cinco segundos. Lo sentimos, muchachotes, sólo teníamos 13 capítulos, o le convencíamos al padre en 30 minutos o nos iban a tachar de serie europea (o peor aún, francesa).






Bueno, pues aceptando todos los peros, topicazos y propaganda colonial-festiva, la verdad es que la serie no pinta mal del todo.

Tiene un aire a lo que quiso ser Heroes antes de que se convirtiese en un torbellino de superpoderes y personajes nuevos faltos de carisma. No cae en la ñoñería ni la sensiblería con el tema del padre y el hijo, algo muy de agradecer. No es una serie familiar (en el sentido estricto)  y transmite una sensación de que todo el mundo es güeno (o, al menos, lo sería si le dejasen) que, si pones algo de tu parte y te lo crees, te hace sentir mejor persona. O persona, por lo menos.

Es el tipo de serie -al menos el primer capítulo- en el que la madeja se va enrollando hasta que, al final, todo queda suelto y finalmente bien atado. La típica serie que les gustaría a los del Equipo A.

"Me encanta cuando los planes salen bien"

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