sábado, 19 de noviembre de 2011

Baquetas de aire



Desfila al ritmo de tu propio tambor. Hasta si no tienes uno.

No, esto no es un extracto del manual “ guía para ser un buen Donostiarra”. Este es el lema de una de las MEJORES PEORES películas que haya visto en mi vida: Adventures Of Power.

Creo que hace tiempo que ha quedado claro que este blog está, principalmente, dedicado al arte. Perdón, al Arte. Nada de poses neoculturetas; fuera barnices pseudo avantgarde; muerte a lo postizo: aquí no andamos con El País hecho un tubo debajo del sobaco mientras lanzamos un extremo de la bufandita otoñal de vuelta a nuestro cuello ni caminamos mirando a los demás como si tuviésemos los ojos en la barbilla. No, damiselas y señoritos, no:  aquí se habla del arte verdadero. Y hoy toca… el air drumming.

 
El air drumming es el hijo bastardo de la air guitar. Sí, eso de hacer como que tocas pero, en la mayoría de casos,  sin tener ni pajolera idea de cómo hacerlo. Ni falta que hace. Lo suyo es disfrutar, sentir la música o hacer el mongol a base de bien. O más bien todo esto a la vez.

La guitarra de aire es ya un clásico, Es algo naturalmente aceptado o benévolamente observado, según el público que lo aprecie. Está extendido hasta tal punto que, incluso, tiene sus propios campeonatos del mundo.




  


Visto este vídeo, una primera consideración es importante: en esta noble disciplina guitarrística no es necesario tener una figura atlética, ni aspecto de feroz metalero, ni siquiera una densa melena de dorados bucles para ser un air-guitar-hero. Lo único necesario es no temer al ridículo.

Pero, y si soltamos a un air drummer en un certamen de air guitar? Ahí la cosita cambia. El público mira extrañado al sujeto en cuestión mientras se pregunta: ¿qué  payasada es ésta? 


 
Bueno, pues esta payasada es la que origina una película –Adventures Of Power- en la que el protagonista, el actor Ari Gold, es Power, un chaval (entradito en años) de un pueblo americano que está loco por la música y que vive la vida a través de su pasión: el air drumming.

Sí, ya sé, de no ser por su ambientación moderna bien parecería que hablamos de una obra de Chejov o Stendhal. Pero no nos dejemos despistar: la intención del autor es, sin duda, crear una auténtica patochada. Y lo consigue en todos los aspectos. 



Una obra maestra del peor cine norteamericano con una banda sonora de lujo y referencias a la cultura del rock (o sea, camiseticas de grupos y posters variados) a mansalva. 

 Imprescindible en muchos aspectos, es destacable especialmente en dos: porque ensalza la técnica de tocar la batería de pie (más bien estilo McEnroe coge la batería de los Stray Cats) y porque el protagonista le dio la tabarra a Neil Peart (según mi nada humilde opinión, el mejor batería del mundo) hasta que accedió a participar en la peli.



 

Cameo del todo justificado, puesto que el momento cumbre de la película sucede en torno a la canción Tom Sawyer, de Rush.




En definitiva, una obra de Arte -a la que casi me atrevería a llamar película- que todos deberíamos ver para entender verdaderamente qué es el air drumming y ser capaces de disfrutar más y mejor de la vida, de la música y también de los dolores de muelas.



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