El simpático Jotaefe Sebastian de Blade Runner se hacía acompañar por sus únicos amigos, los robots que se fabricaba. En cualquier visión del futuro los robots están presentes, haciendo la vida más fácil para sus creadores, los humanos.
¿Y en el campo de la creatividad? Esto parece exclusivo del ser humano, pero ha habido y hay incursiones robóticas en este terreno. Vamos a ver unos cuantos ejemplos en la música.
Los padres de la música robótica podrían ser, sorprendentemente, los franceses. Dos de los más importantes intentos de robotizar el mundo musical (The Rockets y The Droids) vienen de Gabachilandia, dentro de un género llamado space disco. El aspecto es una especie de mezcla entre “Me pinto de color metálico porque soy marciano, pero robot, o las dos cosas… o algo así. Por si acaso no pierdas de vista a la pava que baila con gorrico de robot. O de marciana. O las dos cosas”.
Pero bueno, sinceramente, esto no era serio. Para hacer el mandril en la disco setentera, paseando por la pista intentando no derramar tu consumición gratis mientras hacías movimientos robóticos, valía. Pero puestos a hacer música de robots convincente, dame unos alemanes, por favor. Para empezar, se ahorra una pasta en maquillaje, peluquería y parafernalia futurista. ¿Que quieres convencer a los demás de que eres un robot? Actúa como si fueses un alemán de chiste, aparenta estar tan lleno de vida como una salchicha de Baviera, con un corte de pelo que resalte el aspecto cúbico de tu melón, y que tu saber estar sea la antítesis de la palabra “sabrosón”.
Los Kraftwerk lo bordaban.
Pero llegó la tecnología. Y el reggeton. Así que, principalmente, se podría decir que estos precursores estarían hoy día obsoletos. Afortunadamente, los amantes de los ritmos repetitivos y metálicos (aquí, quede claro, no estoy hablando de los fans de Manowar) viven últimamente tiempos felices.
Para empezar, tenemos la versión “estamos forraos de pasta y fabricamos robots muy chulos que hacen cantidad de chorradas para deleite del personal y excelente publicidad propia”. Toyota, sin ir más lejos. Tienen una serie de robots que lo mismo te tocan el violín como un Serruchini cualquiera que tejen calceta mientras hacen el pino sobre un ejemplar del Necronomicon (versión infantil). Disfrutemos de la Robot Quartet Band
Por otro lado tenemos la versión más casera, estilo “Jódete, JF Sebastian, eres un mindungui comparao conmigo, mis robots tocan temas de Marilyn Manson y parecen más humanos que él (en sí mismo, esto último no es una proeza, más bien un hecho)”. La End Of Life Robot Band, sin ir más lejos.
Por otra parte, existe una tercera corriente musical robótica, cuyo máximo exponente sería Cybraphon. Es sin duda la más humana, aunque más que una banda es un multiinstrumentista.
Para empezar, su aspecto es como de un tío grande. Vaya, lo que se suele decir un armario ropero.
Además, sus creadores (ingleses, ellos) lo conectaron a internetes, de tal modo que controla su popularidad en el Facebook y otros sitios similares. De hecho, vive enganchado como un adolescente tuentiero más y según su popularidad se encuentra más animado o deprimido, y esto influye en el tipo de música que interpreta.
Pero sin duda los más auténticos son The Trons. Estos sí son el futuro de la música robótica.
Son de Nueva Zelanda, y no sólo se dedican a grabar fermosos vídeos que puedan ser vistos en yutuf o en páginas de gente desquehacerada; también tocan en directo y se han ido de gira. Incluso han tocado de teloneros de otros grupos no robóticos.
The Trons están hechos de piezas de la basura y elementos en desuso; qué coincidencia, como algunas de las mejores bandas humanas!
A mí todo esto de la música de robots me parece muy bien, pero me voy a quedar con un topicazo que, no por tal, deja de ser cierto: por mucha perfección que tengan, jamás podrán superar la genialidad musical del ser humano.
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